miércoles, 2 de mayo de 2007

¡Qué alivio!

Acabo de conocer un hecho que me ha resultado revelador en cuanto a la sociedad en que vivimos.
El acontecimiento está encuadrado en el accidente, sucedido en la costa almeriense de Palomares, con cuatro bombas atómicas implicadas (me imagino que todo el mundo sabe de qué estoy hablando). Por alguna razón, todo este tiempo hemos estado centrados en una imagen que puede resultar incluso desagradable: Fraga en bañador. Supongo que esa imagen tiene sus lecturas, pero no creo que tantas como las que explico a continuación. Resulta, que en medio del caos desinformativo que se podía respirar por la zona, había un guardia civil recién casado con un miedo que no le dejaba tranquilo: estaba preocupado por si el plutonio podía provocarle impotencia. Se marchó mucho más calmado cuando le dijeron que lo que provocaba el plutonio era cáncer de pulmón (¡qué alivio!).
Pero, ¿qué tiene que ver esto con la sociedad actual? Eso fue hace más de cuarenta años, ahora no somos tan catetos. Sí, seguro... Estoy convencido de que hay mucha gente que prefiere perder un pulmón que quedarse impotente (no sé si incluirme...). Es más, creo que la mayoría sería aplastante, al fin y al cabo, sin un pulmón se puede vivir, pero sin virilidad...
Y es que vivimos en una sociedad en la que lo peor que nos puede pasar es tener un pene pequeño. Si vemos por la tele a un tipo exitoso, multimillonario, guapo, y rodeado de mujeres exuberantes, el primer pensamiento que nos vendrá a la cabeza será: «seguro que la tiene pequeña». Así de envidiosos somos; le deseamos “lo peor”.
También puede pasar al contrario. Vemos a un tío cuyo padre drogadicto le pegaba y su madre se suicido cuando tenía cinco años; además se escapó de casa a los catorce para vivir en la calle hasta que se introdujo (nunca mejor dicho)en el cine porno a los dieciséis. ¿Quién podría envidiarle? Cualquiera, con ese pedazo de... Pero, a diferencia del anterior, a este tío no le desearemos ningún mal por dos razones: la primera es que le respetamos, y la segunda es que sería inútil, porque todo lo malo que le pueda pasar, estará siempre compensado por el tamaño de su pene.
Así somos, y nos olvidamos de ese drama personal de la gente que carga con el lastre de tenerla “gorda como una lata de Coca-Cola” y por el que siempre se la misma pregunta cuando estén con una mujer: ¿es a mí a quién realmente ama?

2 comentarios:

Alexis Pérez Bellido dijo...

Varias cuestiones se me plantean a la hora de tomar tan dificil decisión jej, ¿La impotencia se podría corregir con viagra?, ¿El cancer de pulmón vendría con metástasis? ¿A que edad se manifestarían los síntomas de la radiación?, porque yo que se, si es a los 70 es probable que el viejo revolver ya llevé vacío, lleno de polvo y en la guantera unos cuantos añitos, a esas avanzadas edades casi que compensa más poder fumar tranquilo una buena faria mientras se goza viendo arrimar el hombro a los trabajadores de la construcción.
De todas formas, y hablando de fumar, el tabaco aparte de producir cáncer de pulmón también crea impotencia, y sino solo tenéis que leer las advertencias de las cajetillas de vuestros American Originals Blends. Así que puestos a preocuparnos, menos fantasear con el plutonio y más prestar atención al humeante bastoncillo incandescente que sostenemos en nuestras manos y chupamos con nuestra boca, ese creo yo, si que es un problema real y más cercano.

Alexis Pérez Bellido dijo...

Ah! por cierto, el tamaño del pene SI IMPORTA, por mucho que los hombres nos esforcemos en pensar que esto no es así.