martes, 14 de septiembre de 2010

La diferencia entre divertido y necesario

Divertido se dice de aquello que recrea, que entretiene, vamos, de algo que te hace pasar un rato agradable. Necesario es aplicable a todo aquello que es requerido para llevar a cabo una tarea concreta, y que a consecuencia de su carencia, dicha tarea se convierte en irrealizable.
Por ejemplo para mí, cosas que resultan divertidas es el ir al cine a ver una película un domingo por la tarde, juntarme con mis amigos para beber unas cervezas o bien disfrutar de un partido de fútbol. Sin embargo, y al igual que cualquier otro organismo viviente sobre este mundo, hago demanda de la satisfacción de ciertas necesidades: Tener acceso a internet cada día me es necesario para poder seguir llevando a cabo mi trabajo correctamente, también lo es el disponer de un medio de transporte relativamente rápido para desplazarme por la ciudad, o el interactuar con personas, expresarme, ser comprendido. Incluso comer y beber son tareas realmente necesarias para mí.

Por lo general las personas tenemos en común tareas de carácter necesario, como son comer, beber o dormir, ser escuchados y comprendidos, poder expresarnos, etc. Sin embargo, existe una gran diversidad en la preferencia indivual de actividades de carácter divertido. Mientras a unos les puede gustar bailar gansamente en una discoteca hasta la salida del sol, otros pueden preferir, muy respetablemente castigar su cuerpo consumiendo drogas en el parking de esa misma discoteca; mientras unos se sienten reconfortados por recoger un pájaro mal herido de la calle, y tratar de alimentarlo, esperando que se recupere, otros quizás prefieran jugar al zapador, colocando un petardo en su pico para posteriormente observar cual es el resultado. Todos conocemos gente que disfruta haciendo cosas de muy diversos tipos, existiendo un componente moral, muy influenciado por la corriente social en la que nos desenvolvemos que nos indica que diversiones son éticamente correctas y cuales no lo son. Debido a mi empatía, o al menos a mi idisioncrática forma de entender el dolor, hay cosas que considero indeseables para cualquier ser vivo, y por ello, de las actividades anteriormente propuestas consideradas divertidas, hay una que seguro descartaría de mi horario de ocio: en caso de poder hacer pleno uso de mi lóbulo frontal nunca me divertiría el colocar un petardo en la boca de un pájaro mal herido, es decir, nunca haría daño a otro ser vivo a sabiendas de lo que hacer daño significa. Entonces… problema!?
Horrorizado me planteo la siguiente, ¿debería entonces dejar de comer carne?. Creo que es una obviedad que para comer carne, en un momento u otro uno ha de hacer daño a un animal, y aunque no sea tu mano la que ponga fin a su vida, la responsabilidad directa de su muerte recae sobre el consumidor. Es aquí donde ha de emplearse el criterio de necesidad. Comer carne es necesario, matar a un animal al menos para mí, no es divertido, pero si necesario. Muchos vegetarianos convencidos se me tirarían ahora al cuello por la afirmación anterior, pero no es mi objetivo en este texto el de argumentar porque comer carne es o al menos yo lo considero necesario, la cuestión es que matar a un animal si se intenta hacer de la forma mas indolora posible, tras haberlo tratado en unas condiciones adecuadas, puedo considerarlo éticamente correcto siempre y cuando responda a un criterio de necesidad. El león caza gacelas porque las necesita, y lo cierto es que su sistema de caza no conserva entre sus principales objetivos el de minimizar el dolor de su presa, y por supuesto no se es si el león lo encontrará divertido o no, pero lo que es seguro es que para un él, matar animales es totalmente necesario y justificable. La naturaleza es así por mucho que queramos cerrar los ojos para mantenernos alejados de la dura realidad del mundo que nos rodea. Queremos vivir en un mundo aséptico y analgésico, con lo que exclusivamente conseguimos es una alienación de nuestra parte mas natural que nos incapacita para comprender cual es la auténtica realidad, nos hace demasiado vulnerables siendo que el dolor, si no físico, emocional, siempre acaba por llegar.
Retomando el hilo de razonamiento anterior, y nada mas que por seguir poniendo ejemplos, en este caso un ejemplo muy concreto en el cuál a mi me gustaría profundizar, debo continuar diciendo que en nuestro entorno hay mucha gente que considera divertido, es decir, que le agrada y que le entretiene, el mundo del toreo. A mi lamentablemente para ellos, ni me agrada ni me entretiene ver como un hombre y un animal pelean a muerte, sin que el segundo haya tenido tan siquiera la opción de elegir, con el único objetivo de divertir a miles de personas. Como mucho, ante este espectáculo se despierta en mí un pérfido sentimiento más cercano al morbo que a la pura diversión sana, y que probablemente subyace a los instintos más primitivos del ser humano, y que siendo más propio de la edad media, me invita a continuar mirando. Un morbo parecido al de cuándo alguien a muerto, y tú estas cerca y te planteas si echarle un vistazo al cadáver porque nunca antes habías visto ningún muerto, quizás para tomar conciencia de que realmente la muerte existe. Probablemente el mismo morbo que despertaban los gladiadores del Coliseo en pleno apogeo del imperio romano, la guillotina durante la revolución francesa o las hogueras para quemar herejes a manos de la santa inquisición en la edad media. Estos eran eventos que se celebraban públicamente y que curiosamente atraian al pueblo en masa. Asi que si en definitiva, esta es la base del placer que promueve el toreo, me parece que nos hemos quedado estancados en algún punto del desarrollo moral de nuestras sociedades.

Pero es que además los toros no son simplemente un espectáculo (definición de espectáculo: diversión pública celebrada en un teatro, en un circo…) en el que se causa dolor a un animal, con el único fin de divertir, por mucho que la carne del toro se coma después, como muchos pro-taurinos argumentan, no amigos, no, no es solo eso, cuando hablamos de toros, estamos hablando de tradición, de historia, de LA FIESTA.
Ahora se supone que hay una celebración de tipo sádico que nos representa a la mayoría de los españoles. Pues vaya tela señores, salgan a la calle y consulten a la gente joven para ver cuántos disfrutan del toreo. El toreo a día de hoy presenta menos seguidores que la misa los domingos, y la mayoría de aquellas personas que se posicionan a favor de mantener dicha tradición, responden mas a un posicionamiento de tipo político (conservadurista) que a uno basado en el disfrute que puedan experimentar presenciando tan siniestro evento, y yo, aun pudiendo reconocer que en la idea de que un toro y un hombre se enfrentan a muerte hay cierta lírica metafórica, y que incluso torear bien es una bella coreografía, siempre ha sido y será una coreografía de la muerte. Además, si por tradiciones fuese, tendríamos que ir pensando en retomar aquellas no tan viejas costumbres en las cuales se tiraba una cabra desde el campanario, para así mejorar la suerte de algunos pueblos, o sino, se me ocurre otra mejor, ¿por qué no restaurar el derecho de pernada? No dejemos que las tradiciones mueran y no olvidemos que los animales son solo eso, animales ¿verdad?.

Alexis P.